Encuentro en el restaurante madrileño Álbora para conocer los nuevos vinos de Bodegas San Isidro (BSI), un coloso jumillano que lleva años tomando el pulso a las preferencias del consumidor de nuestros días y afinando, en consecuencia, su amplia gama de etiquetas. El proyecto de puesta al día comienza a cristalizar en unas elaboraciones de corte contemporáneo, basadas en el inagotable potencial que proporciona el control de más de 1.600 has de viñedo, en su mayoría de la variedad tinta monastrell. “Seducir al consumidor de nuestros días”, resumió a los presentes Joaquín Hernández, director de la bodega, “sean cuales sean sus preferencias, sin descartar, ni mucho menos, a quienes se inician en el vino”.
Escoltadas por un estupendo menú diseñado para la ocasión, con las oportunas explicaciones de Francisco Pardo -director técnico de la bodega- y con los habituales buenos oficios de José María Marrón, maestro de sumilleres de Madrid, las botellas incluidas en el proyecto denominado “El Consumidor de BSI” fueron desfilando ante la nariz de los reunidos. En primer lugar Celia Rosé 2016 (6,50 €), un rosado de monastrell muy pálido –en perfecta sintonía con las tendencias del momento- de nariz alegre y joven (frutilla silvestre, flores azules), seguida de un paladar goloso, sostenido en una discreta acidez que le aporta chispa y frescura. Estupenda propuesta para una velada veraniega en una terraza con fondo musical.
A continuación, dos tintos de corte moderno: Numun “Corazón” Monastrell 2015 (5 €) y Numun Selección 2014 (8 €). Del primero nos gustaron sus nítidos aromas de fruta y su eficacia como transmisor de los mejores atributos de la uva monastrell que incorpora al 100 por 100. Boca suave, gustosa, de cuerpo medio, ideal para conectar con las huevas hornadas de bebedores y para acompañar unas tapas en la barra. Del segundo -cinco meses de contacto con la madera, con un 20 por ciento de petit verdot y cabernet sauvignon además de la variedad tinta jumillana- nos interesó una nariz con elegantes notas de tueste en armonía con aromas de fruta negra madura y vegetales nobles, todo ello seguido de un paladar intenso, de notable estructura –taninos bien maduros- y tacto de terciopelo.
FRAGANCIA Y COMPLEJIDAD. Las viñas más viejas de monastrell, muchas de ellas de pie franco, es decir, las que quedaron a salvo del devastador ataque de la filoxera a finales del siglo XIX y principios del XX; las viñas más viejas, decíamos, se destinan a las gamas de mayor prestigio de la bodega. Rendimientos muy bajos (con frecuencia de apenas un kilo de uva por cepa), selección estricta de los mejores racimos y estudiadas crianzas en barrica francesa (70 por ciento) y americana explican la riqueza de matices del siguiente vino de la serie: el Gémina Cuvée Selección 2014 (aquí nos vamos ya a 17 € de precio medio). En la nariz nos llamó la atención su fragancia y complejidad (frambuesa, mora, alguna nota cítrica, nuez moscada, laurel, eucalipto), mientras que de la boca guardamos buen recuerdo de su viveza y frescura, así como de la jugosidad de sus taninos.
Una línea de trabajo que se repite en el último de los tintos descorchados en la reunión, otro monastrell de pie franco de la cosecha 2015, sin nombre definitivo aún y elaborado bajo la filosofía de los vinos de finca. Interesante despliegue de notas balsámicas en la nariz (monte mediterráneo, lavanda, chocolate After Eight) que franquea el paso a un paladar potente y fresco con un final aromático de gran persistencia. Un vino en construcción, concebido para jugar en la primera división de la calidad y cuya salida al mercado está prevista para dentro de unos cuentos meses. Estaremos atentos a su evolución.