Risueña como ella sola, decidida, curiosa, trabajadora incansable. Así es la zamorana Almudena Alberca, primera mujer española en obtener el título de Master of Wine (MW), considerado como una de las cumbres del conocimiento en el mundo del vino. Una distinción que tan sólo ostentan 380 personas en el planeta, de las cuales 131 son mujeres. Desde hace unas semanas es la cuarta titulada española en la especialidad, tras Pedro Ballesteros –el primero-, Andreas Kubach y Fernando Mora.
Licenciada en Enología y especialista universitaria en Viticultura, graduada también en Ingeniería Técnica Agrícola, Alberca acumula más de 15 años de experiencia profesional sin haber cumplido los 40. Comenzó en Viñedos del Cénit (Zamora), trabajó posteriormente en Nueva Zelanda y también estuvo al frente de las elaboraciones de la emblemática firma ribereña Atauta. Desde 2015 es directora técnica de Viña Mayor, con bodegas en Ribera del Duero, Rueda, Toro, Valdeorras y Rías Baixas.
Pregunta. ¿Va a cambiar su vida tras la obtención del MW?
Respuesta. Sí, bastante. Aunque sólo sea por las horas diarias de preparación que ahora podré dedicar a otros asuntos, tanto personales como profesionales.
P. ¿Por qué hay tan pocos MW en un país como España, uno de los primeros productores mundiales en cantidad y calidad?
R. Precisamente por eso. Los profesionales del vino de este país ejercen sus especialidades directamente en las bodegas. No necesitan, como los anglosajones, conectar con el vino de manera indirecta, por ejemplo a través del instituto de los MW. Aunque si se piensa bien, nuestra representación en este colectivo no es tan irrelevante. No mucho menor que la de Francia y bastante mejor que la de Italia, donde no hay ningún MW a día de hoy.
P. Seis años, en su caso, de intensa preparación en paralelo a su actividad profesional. ¿Animaría a sus colegas a seguir sus pasos?
R. Rotundamente sí. Lo único que les diría es que deben tenerlo muy claro antes de comenzar, porque exige mucho esfuerzo y sacrificio. A mí me ha impedido dedicar más tiempo a la vida personal, la familia, los amigos… Pasión por el vino y verdaderas ganas de conocerlo a fondo: ésta es la única fórmula.
P. Pruebas de cata ciega para identificar vinos del mundo, exigencia de amplios conocimientos teóricos, trabajo de investigación fin de máster… ¿Qué parte le ha resultado más difícil?
R. La base teórica es fundamental, conocer las principales bodegas y viñedos del mundo, las variedades de uva, los tipos de vino. Esto te ayuda luego en la fase práctica de las catas, te permite afinar las respuestas. He tenido que viajar bastante para adquirir y probar vinos que no es posible encontrar en Salamanca, donde vivo. También he tenido que adaptarme al formato educativo inglés, que no es igual al que manejamos aquí…
P. Su trabajo fin de máster versó sobre el filtrado en los tintos de la Ribera del Duero. ¿Qué le diría a un aficionado sobre el particular?
R. Que este tratamiento no tiene por qué ser a la fuerza malo para los vinos. Si se aplica correctamente, éstos mantienen mejor sus cualidades originales y son más disfrutables para el público consumidor. La presencia de posos no mejora los vinos. De hecho, en las catas ciegas con expertos a las que tuve que someter las botellas resultantes del experimento, las menos valoradas siempre fueron las de filtrado cero.
P. ¿Tiene preferencias por algún estilo de vinos?
R. Me gustan los vinos honestos, los que representan su origen. Es lo primero que busco cuando pruebo una copa de vino. Y enseguida noto cuándo un elaborador o una bodega tienen personalidad. Los vinos deben ser fieles a sus tipos de uva, a su territorio, a su tradición. Texto: J.R. Peiró (Metrópoli 28/09/2018)