Nuestro recorrido semanal por las barras y tabernas madrileñas nos lleva de nuevo a la Cava Baja, uno de los paraísos del tapeo. ¿Qué les parecen, para abrir boca, unas crujientes berenjenas con salmorejo, un revuelto de setas de primavera o unas tiernas alcachofas rellenas de ibérico o salteadas con foie? Es lo que propone Alejandro Arribas, chef y encargado de Los Huevos de Lucio (Cava Baja, 30. Tel: 91 366 29 84), mientras dirige el tráfico hacia los comedores y cuida hasta el último detalle en la barra y la cocina.
CUERNO DE LA ABUNDANCIA. Pocas tabernas de la capital ofrecen una pizarra de vinos por copas comparable a la de esta casa. Junto a las consagradas Ribera y Rioja, Rueda y Rías Baixas, en su medio centenar de referencias no falta ninguna de las zonas vinícolas emergentes del país ni, para quienes acuden con ánimo de celebrar, un par de etiquetas de champán.
La oferta del hermano pequeño de Casa Lucio, como no es difícil suponer, es un tentador cuerno de la abundancia. La nutrida clientela no sólo acude en busca de los celebérrimos huevos estrellados cuando la casa matriz (justo enfrente) pone el cartel de no hay billetes, sino a darse un suculento festín: frescas verduras a la parrilla, chacina ibérica de primera, tataki de atún, rabo de toro, pulpo a la brasa, carrilladas de cerdo ibérico… ¿Hace falta seguir? Precios para todos los bolsillos, buena materia prima, todo en su punto, en raciones que se pueden compartir y con la simpatía marca de la casa. La sombra de Lucio Blázquez, el maestro, es alargada.