Lo abrió hace unos meses en Madrid el vallisoletano Jesús Ramiro, uno de los empresarios de hostelería más inquietos del país. A dos pasos de la plaza de Santa Ana y el concurrido (y mesonero) barrio de Las Letras, Ramiro’s ofrece una carta de tapas y especialidades de raíz tradicional y muy basada en el producto, con abundantes pinceladas de imaginación y modernidad en el acabado de los platos. Cocina muy de nuestro tiempo, propuestas perfectamente compartibles y precios para todos los bolsillos.
Las posibilidades del comensal son muy variadas a la hora de componer el menú. Para comenzar, las cremosas croquetas de jamón ibérico, las preceptivas patatas bravas de la casa, la torre de calamares TWB (crujientes, en su punto), el suculento mosaico de cecina de León con foie o los divertidos cohetes de gambón rebozado, frito y ensartado en un espetón. Tapas y/o entradas que nos han llamado la atención en sucesivas visitas.
PARA COMPARTIR O COMO PLATO PRINCIPAL. Siguiendo una tendencia muy en boga, la frontera entre primeros y segundos platos es más bien difusa en Ramiro’s. Así, los callos con huevo a baja temperatura -entre los mejores que hemos tomado últimamente- pueden pedirse como entrada para compartir o como plato fuerte, lo mismo que el rabo de toro estofado al vino tinto, otra de las especialidades de la casa, el arroz negro con atún «en movimiento» o la paella de mariscos (para dos personas).
Verduras de temporada, algún plato de cuchara (reconfortante sopa castellana en estos días de enero, el cocido de tres vuelcos de los sábados), pescados del día (entre ellos, un sabrosísimo cebiche), distintas especialidades de carne (steak tartare preparado a la vista el cliente, estupendo lechazo asado los domingos) y postres con alguna que otra pincelada creativa (croquetas de arroz con leche, chocolate en tres texturas) redondean una oferta versátil y apetitosa, apta tanto para una comida informal como para un almuerzo -o cena- de mayor enjundia. La polivalencia parece ser el santo y seña de la restauración madrileña de nuestros días.
Local moderno y acogedor (cuadros firmados en las paredes), servicio atento –y ágil- y buena barra para tapear añaden argumentos a la elección. La carta de vinos, en cambio, debe mejorar: muy corta (seguramente en construcción) y absolutamente escorada hacia el Duero y aledaños. Texto y fotos: J.R. Peiró
RAMIRO’S TAPAS WINE BAR. DIRECCIÓN: ATOCHA, 51. TELÉFONO: 91 843 73 47. CIERRA: DOMINGOS NOCHE. PRECIO MEDIO: 30 €.