Laureatus: EL ALBARIÑO EN SU ESPLENDOR

Emparrado

Racimos de albariño en un viñedo de la propiedad. / BODEGA LAUREATUS

Llamada de una buena amiga para probar los últimos albariños de Laureatus en Alasbaster (Montalbán, 9. Tel: 91 512 11 31. Madrid), uno de esos restaurantes de excelente equilibrio entre calidad y modernidad a los que uno nunca se cansa de acudir. El almuerzo incluía uno de los maridajes (no nos termina de gustar la palabra, pero poco podemos hacer ante la fuerza con la que ha irrumpido en el vocabulario del vino) más consistentes a los que hemos podido asistir en bastante tiempo.

Foto mosaicoSe trataba de tomar el pulso a las últimas cosechas de esta joven (y suficientemente preparada) bodega del Valle del Salnés (DO Rías Baixas) que cumple cinco años desde el lanzamiento de su primer vino, aunque sus viñas más antiguas han cumplido ya cuatro décadas. Su trastienda vitícola consiste en 11 has de albariño repartidas en cuatro parcelas (Saramagoso, Talide, Redondelo y O Couto) de los municipios de Meis y Cambados, junto a la Ría de Arousa, donde la familia Oubiña, propietaria de la bodega, también regenta Mariscos Laureano (Tragove s/n. Tel: 986 52 05 71. Cambados, Pontevedra), una de las cetáreas más pujantes de Galicia, proveedora de no pocos de los mejores restaurantes españoles. Incluido el madrileño Sacha (Juan Hurtado de Mendoza, 11. Tel: 91 345 59 52), cuyo alma máter, Sacha Hormaechea, también se dejó ver en un momento de la comida.

FUSIÓN TOTAL. Memorable maridaje, decíamos más arriba, comandado por Laureano Oubiña Somoza, cabeza de la familia, y su hijo Fernando, más centrado en el día a día de la bodega. Aparte de los magníficos platos salidos de la cocina del restaurante de nuestros también buenos amigos Fran Ramírez y Óscar Marcos (merluza con pil-pil de lima y espinacas salteadas, costilla de vaca rubia gallega con guiso de repollo, bizcocho fluido de chocolate), el menú dio comienzo con un deslumbrante y opíparo desfile de bivalvos.

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Las ostras de Laureano Oubiña Somoza, entre las más cotizadas del país. / BACOMANÍA

Primero, unas ostras terciadas (“la buena ostra no debe ser muy grande ni muy pequeña”, nos apuntó Laureano) con todo el sabor del océano. A continuación –aquí el tamaño sí que importa–, unos berberechos de esos que entran muy pocos en la docena, como decía un amigo castizo de quien escribe. Después, las turgentes almejas a la sartén –apenas hasta que se abren– de la variedad babosa, “la que se utiliza en las mejores conservas por la excelente consistencia de sus carnes”, nos explica también el anfitrión.

A esta altura de las entradas, el orden de los vinos –de los que hablaremos más abajo- comienza a ser lo de menos. Fusión total con las espléndidas navajas cosechadas una a una por hombres rana en las islas Cíes, y también con las espectaculares –por tamaño, sabor y textura– zamburiñas a la plancha, un manjar especialmente escaso, sólo al alcance de rastreadores avezados en restaurantes muy contados, algunos de ellos situados en la localidad marinera de O’Grove (Pontevedra).

ALBARIÑO ‘PATA NEGRA’. Los vinos, como decíamos, todos a la altura su exquisita compañía. Abrió el fuego Reveleste 2014, benjamín de la gama que toma el nombre de un viento local que cura y refresca los emparrados en las cruciales vísperas de la vendimia. Nariz alegre y directa, con abundantes trazas florales y de fruta, amén de un particularísimo fondo de manantío. Paladar de vibrante acidez.

Siguió un albariño pata negra: Laureatus 2014, portador de los mejores atributos de la uva que reina en el Salnés. Obtenido de una rigurosa selección de racimos y vinificado en pequeñas cubas de acero de 6.000 litros, nos sedujo desde el primer momento con su expresiva y concentrada nariz de fruta fresca (manzana, paraguaya) sobre un delicado fondo de eucalipto. Pura elegancia que se prolonga en una boca llena y sabrosa, repleta de matices, de gran persistencia y aromático final.

Y para rematar, dos blancos con un plus de elaboración y mimo en la bodega: Laureatus Lías 2011 y Laureatus Dolium 2010. Procedente de cepas de más de 30 años de edad y tras una larga temporada de con tacto con sus lías finas, el primero nos sorprendió gratamente por su madurez y profundidad, que nos recordó el perfil aromático de los mejores riesling centroeuropeos de vendimia tardía. Fruta de hueso, jugosa, y flores marchitas en la nariz como preámbulo de un paladar bien armado, firme y sabroso, con una interesante acidez que lo hará crecer varios años en la botella.

Del segundo, fermentado en fudre de 3.000 litros ensamblado en la tonelería riojana de los Muga (buenos amigos de Laureano), nos quedamos con el recuerdo de un vino denso y untuoso, de esos que dejan una larga estela de sabores y sensaciones en el paladar, tras una nariz de fruta escarchada, sutiles especias y finas maderas excelentemente encajadas… Un conjunto de vinos que apunta muy alto y que, cosecha tras cosecha, asciende puestos en el escalafón de los albariños de la DO Rías Baixas. Y lo dicho, una sesión de maridaje para recordar. Mini_baco_invertido

3 pensamientos en “Laureatus: EL ALBARIÑO EN SU ESPLENDOR

  1. He oído hablar del Laureatus y lo llegue a probar en un conocido restaurante de Madrid, pero no he encontrado la manera de hacerme con alguna botella. Tienen algún enlace, página o tienda donde lo tengan?
    Gracs

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