La uva bobal hace ya años que salió a la palestra del vino español contemporáneo. Si bien está presente en no pocos de los mejores tintos de las denominaciones de origen manchegas Ribera del Júcar y Manchuela, es en el altiplano de Utiel-Requena, con un 80 por ciento de las plantaciones, donde esta vinífera hasta no hace mucho denostada, o relegada a la producción de graneles para la exportación, está dando la medida de sus posibilidades.
Por un lado, las bodegas de la DO valenciana dedican hoy la atención –y los medios técnicos- que reclama la variedad de uva, en especial los bodegueros más jóvenes que van tomando el relevo al frente de las elaboraciones. Por otro, la abundancia de viñedos con más de 50 años de edad asegura una materia prima idónea –concentración, personalidad, bajos rendimientos- para disponerse a jugar la disputada champions del vino español contemporáneo.
No es ajeno a esta nueva realidad el Consejo Regulador de esta demarcación vinícola, empeñado desde hace un par de lustros en sacar al escaparate unos tintos poderosos y singulares que, en escaso tiempo, han pasado de ser poco más que un hobby de las casas elaboradoras a un eficaz instrumento para diseñar el futuro enológico de la comarca. Un estado de cosas que pudimos apreciar de primera mano en un encuentro de cata celebrado en vísperas de la pasada Navidad en la sede de la propia denominación de origen Utiel-Requena. Una ocasión de oro para tomar el pulso a las últimas tendencias y elaboraciones que tienen la uva bobal como protagonista.
NUESTROS FAVORITOS. De la añada 2014, mayoritaria en la muestra, nos gustaron especialmente cinco vinos. En primer lugar (los citamos alfabéticamente) Adnos (Bodegas Coviñas), por su frescura tanto en la nariz como en la boca y también por su magnífica impronta balsámica. Del Casa Don Ángel (Vera de Estenas) nos encantó el tacto mullido y acariciante de su paladar, que venía precedido de una nariz tan limpia y compleja (endrina madura, ciruelas en licor, suaves especias dulces) como elegante. Mientras que del Finca San Blas (bodega homónima), lo que nos pareció más convincente fue la mezcla de notas minerales y a cereza madura que definían su atractiva nariz, antesala de una boca amplia y redonda que se resolvía en un final largo, casi eterno, y aromático.
Murviedro Cepas Viejas Bobal (B. Murviedro) y Paraje Tornel (Dominio de la Vega) también estuvieron entre nuestros favoritos de la cosecha 2014. De la nariz del primero (presentado en botella de formato magnum) nos interesaron unos sutiles ecos florales sobre fondo de ciruela negra madura, mientras que en la boca nos sedujo una estructura firme y poderosa, su amplitud y persistencia. El citado en segundo lugar, Paraje Tornel, de textura mullida, puro terciopelo, presentaba un paladar lleno y equilibrado, precedido de atractivas notas de tueste en la nariz.
FLORES MARCHITAS. En general, la serie de tintos de 2014 nos pareció algo por encima de los 2015 (añadas ambas calificadas como muy buena por la DO), con una excepción: Bobos Finca Casa La Borracha 2015 (Bodegas Hispano Suízas), un vino repleto de sutilezas (nariz de bayas silvestres y regaliz, paladar vivo y cambiante), al que hay que dejar un buen rato en la copa para que termine de ordenarse y exprese todo su potencial. También apreciamos un nivel claramente por encima de la media en Las 2 Ces 2016 (Chozas Carrascal), un bobal tocado con un 10% de tempranillo y otro tanto de syrah (única excepción por lo que respecta a la composición varietal) y con una suave crianza de cinco meses en roble allier de segundo y tercer año: nariz de flores marchitas, seguida de un paladar brillante, fresco y directo, de gran esqueleto y persistencia.
Tres botellas más completaron -aunque en un plano ligeramente más discreto- nuestra lista de favoritas de la sesión. Del Vega Infante Crianza 2015 (Bodegas Utelianas) recordamos una expresiva nariz de flores azules y paloduz que se estiraba en un paladar sabroso y de terso esqueleto; del Exclusive LDL 2014 (B. Ladrón de Lunas) nos llamó la atención su boca gustosa y redonda tras una tenue –tal vez algo cerrada aún- nariz balsámica, y, por último, mención para Pigar Alta Expresión 2016, exigua producción de 850 botellas de bobal que nos convenció con una boca sabrosa y bien pulida tras una personalísima nariz de flores y fruta negra.
Una cata tan interesante como instructiva, en la hermosa bodega circular que acoge la sede del Consejo Regulador en la localidad de Utiel, y una variedad de uva que aún parece lejos de alcanzar el techo de sus posibilidades. Habrá que seguir sus pasos con atención.