Encuentro con Pelayo de la Mata: ÚLTIMAS AÑADAS DE MARQUÉS DE VARGAS

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Pelayo de la Mata, propietario de Marqués de Vargas. / PCYC

Pelayo de la Mata, Marqués de Vargas y propietario del grupo vinícola del mismo nombre, con establecimientos en Rioja, Ribera del Duero (Conde de San Cristóbal) y Rías Baixas (Pazo San Mauro), retoma este año sus habituales almuerzos con la prensa para explicar sus proyectos y sus siempre interesantes impresiones sobre la coyuntura de los negocios del vino. También, naturalmente, y como hombre de oído atento que es, para recabar la opinión de los informadores y prescriptores sobre las últimas añadas de sus etiquetas. Hace un par de días nos citó en el magnífico restaurante DStage de Diego Guerrero, que en su corta existencia ha rendido a sus pies a lo más granado de la crítica gastronómica madrileña. Pero este punto merece un tratamiento aparte, del que intentaremos ocuparnos en fechas próximas.

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Vista de la bodega, en el paraje «Los tres marqueses», cerca de Logroño. / PCYC

Nuestro anfitrión tenía unas cuantas cosas que contar. Primero, la incorporación de dos nuevas y prestigiosas marcas de champán a su catálogo de distribuciones: la legendaria Bollinger, que pronto cumplirá dos siglos de vida, y su participada Ayala, fundada por Edmundo Ayala –hijo de un diplomático colombiano- en 1860. Después, su reciente acuerdo con la importadora estadounidense Dreyfus Ashby, propiedad de los Drouhin y especializada en marcas de alta gama, como Chateau Pétrus, amén de las etiquetas de la propia familia en Borgoña. O la también reciente apertura de mercados estratégicos en Asia, como Singapur, Hong Kong o Filipinas, todo ello dentro de un plan de relanzamiento de las exportaciones de sus vinos, que se espera supongan un cincuenta por ciento de las ventas totales de la compañía en el plazo de dos años…

PARCELAS EXCLUSIVAS. El Ayala Rosé Majeur abrió la serie de vinos servidos a lo largo del espléndido menú de Diego Guerrero. Nos gustó su mezcla de frescura y elegancia, ideal para el momento del aperitivo y perfecta antesala del Bollinger Special Cuvée Brut que llegó a continuación, un champán maduro, de gran amplitud en la boca, con un final persistente y aromático. Del Reserva 2010 de Marqués de Vargas, primero de los tintos, nos convencieron sus vivos aromas a fruta roja y negra, con abundantes matices especiados (vainilla y cacao, clavo) procedentes de una estudiadísima crianza de 20 meses en barricas de roble americano, francés y caucásico. Una seductora nariz seguida de un paladar redondo y gustoso, de tacto aterciopelado, repleto de taninos dulces y suaves. Un vino para beber en este momento, aunque podría dormir en el botellero un par de años sin problemas.

Mosaico VargasNo tanto recorrido como el que nos atrevemos a pronosticar para su hermano mayor, el Marqués de Vargas Reserva Privada 2009, una edición limitada de 9.000 botellas obtenida con uvas escogidas de viñas de más de 40 años en las exclusivas parcelas El Cónsul, Terraza y La Misela. Casi idéntica fórmula de variedades que el tinto precedente (70 por ciento de tempranillo, cinco de mazuelo, cinco de garnacha y resto de otras), aunque con una crianza de 21 meses en roble exclusivamente caucásico. Nariz de gran complejidad (bayas maduras y maderas preciosas, toques de mentol, notas de humo), aunque le cuesta más abrirse en la copa que a su hermano menor, lo que podría aconsejar un suave decantado. En el paladar impone su poderoso esqueleto sin perder en ningún momento la frescura, se abre con ampulosidad y se resuelve en un aromático final, con ricas notas de laurel y mentol.

Para terminar, el ribera de la familia: Conde de San Cristóbal 2012. Si en boca tiene nervio y estructura (algo más concentrado que sus parientes riojanos), en la nariz nos seduce con un sutil fondo de sensaciones cítricas (mandarina, tangerina) sobre las que se perciben con nitidez los aromas de arándano y frutillas maduras, amén de unas elegantes pinceladas minerales. La presencia junto al tinto fino de un 10 por ciento de cabernet sauvignon y otro tanto de merlot, contribuye a enriquecer su espectro aromático. En general nos convencen su carácter atlántico y su fresco paso del paladar. Un tinto para beber en este momento y también para guardar sin miedo, porque tiene vitalidad a raudales. Mini_baco_invertido

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Imagen otoñal de los viñedos de Marqués de Vargas. / PCYC

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