“Qué pena que sólo hayamos podido dar un oro por categoría”, le dijo a este periodista Fernando González, secretario del Consejo Regulador de los vinos de Jumilla, a la salida de la entrega de premios del XX Certamen de Calidad, celebrado la pasada semana en la localidad murciana que da nombre a la denominación de origen vinícola.
Se refería a las excelentes puntuaciones recibidas por los vinos presentados a concurso, nada menos que 107 botellas, examinadas a ciegas –como de costumbre- por un jurado de 21 catadores entre los que había técnicos del Ministerio de Agricultura y de las respectivas consejerías de Castilla-La Mancha y la Región de Murcia, –como es sabido, Jumilla es, con Rioja y Cava, una de las tres denominaciones de origen vinícolas con territorio en más de una comunidad autónoma-, compradores y prescriptores procedentes de China, ejecutivos de clubes de vinos y, como siempre también, una amplia representación de periodistas del vino, entre los que se encontraba quien firma estas líneas.
PERSONALIDAD ARROLLADORA. Alguien dijo que el vino es un hermoso pulso del hombre contra una naturaleza frecuentemente hostil. Pues bien, en pocos sitios es esto tan cierto como en Jumilla, una comarca vinícola que, tras un esfuerzo casi titánico, en poco más de dos décadas –un suspiro en la escala temporal del vino- ha pasado de ser el paradigma de la España negra de los graneles y los vinos sin nombre a constituirse en una de las referencias más atractivas del vino español de nuestros días. Y no sólo por unos precios difíciles de batir sino por la arrolladora personalidad de la uva monastrell.

Una de las sesiones de cata, celebradas en el nuevo Museo del Vino de Jumilla / JRP
“Todo empezó a cambiar el día que entendimos que nuestro futuro no podía ser el de los vinos a la moda, más o menos ligeros, y elaborados con las variedades de uva que usaban en todas partes, sino el de vinos con carácter, salidos de la materia prima que hemos tenido siempre debajo de nuestros pies”, declara Juan Miguel Benítez, enólogo de Alceño, una de las bodegas triunfadoras -con seis medallas- del último Certamen de Calidad. ”La clave está en no conformarse, en investigar sin descanso hasta sacar cada cosecha un punto más de calidad de la uva monastrell”.
LAS JUSTAS DEL VINO. La cata anual que organiza el Consejo Regulador jumillano es algo parecido a unas justas del vino, en la que cada elaborador pone a prueba su destreza y somete al juicio implacable del jurado -21 narices no se equivocan- el acierto de su trabajo de un año en la viña y en la bodega. “En 20 años hemos dado un salto espectacular. Recuérdese que la mayoría de las muestras de vinos que se presentaban en los comienzos del Certamen se tomaban del depósito, porque no había suficientes marcas embotelladas”, apunta Juan Jiménez, socio y responsable enológico de Bodegas Bleda, la otra gran triunfadora del torneo, con nada menos que ocho medallas de nueve botellas presentadas. “¿El secreto del éxito? Apostar por lo que nos diferencia del resto de los buenos vinos del país y abrir bien los oídos para intentar saber por dónde van las preferencias del consumidor. Como resumen de estos dos decenios, lo que diría es que hemos redescubierto la uva monastrell”.

Una de las catadoras en acción.
Un importante bodeguero de Jumilla confesaba a este cronista que, a pesar del crecimiento cualitativo –y cuantitativo por lo que respecta al vino embotellado-, aún tenía que ver año tras año –con una mezcla de rabia y frustración- cómo más de la mitad de su producción de vinos –una buena parte de ellos excelentes- salía de su bodega en camiones cisterna, porque hoy carece de medios y estructura para venderlo embotellado.
Ese es el verdadero reto de Jumilla: no resignarse a que el vino con etiqueta –el que deja valor añadido en la zona y el que le aporta prestigio- pierda la partida frente al que se vende en depósitos, al por mayor. Tal vez sea el camino más fácil -en los mercados nacionales y exteriores no escasean los buitres dispuestos a comprar vinos de calidad a precios de risa-, pero no el que lleva más lejos. J.R. Peiró
MEDALLERO
Blancos:
Oro: Castillo de Jumilla 2013 (B. Bleda)
Plata: Juan Gil Moscatel Seco. 2013 (B. Hijos de Juan Gil)
Bronce: Alceño 2013 (B. Alceño)
Rosados:
Oro: Alceño Monastrell 2013 (B. Alceño)
Plata : Castillo de Jumilla Monastrell 2013 (B. Bleda)
Bronce: Señorío de Fuenteálamo Syrah 2013 (B. San Dionisio)
Tintos sin barrica añadas 2012 y 2013:
Oro: Altos del Cuco 2013 (B. Casa de la Ermita)
Plata: Pino Doncel 2012 (B. Bleda)
Bronce: Alceño 2013 (B. Alceño)
Tintos envejecidos en barrica añadas 2012 y 2013:
Oro: Alceño Premium Syrah 2013 (B. Alceño)
Plata : Pino Doncel 5 meses 2012 (B. Bleda)
Bronce: Luzón Roble 2012 (B. Luzón)
Tintos Monastrell sin barrica añadas 2012-2013:
Oro: Castillo de Jumilla Monastrell 2013 (B. Bleda)
Plata: Oferente Monastrell 2013 (B. Santiago Apostol)
Bronce: Luzón Verde Organic Monastrell 2013 (B. Luzón)
Tintos Monastrell envejecidos en barrica añadas 2012-2013:
Oro: Pío Ecológico Monastrell 2012 (B. Pío del Ramo)
Plata: “Zenizate 2012 (B. Salzillo)
Bronce: “Juan Gil 4 Meses 2012 (B. Juan Gil)
Tintos con barrica añada 2011 y anteriores:
Oro: Sierva 2011 (B. Carchelo)
Plata: Alceño 12 meses 2011 (B. Alceño)
Bronce: Altos de Luzón 2010 (B. Luzón)
Vinos Tintos crianza:
Oro: Alceño Selección Crianza 2010 (B. Alceño)
Plata: Luzón 2011 (B. Luzón)
Bronce: Castillo de Jumilla 2010 (B. Bleda)
Tintos reserva y gran reserva:
Oro: Desierto
Plata: Desierto
Bronce: Castillo de Jumilla 2009 reserva (B. Bleda)
Dulces y vinos de licor:
Oro: Camelot Dulce Monastrell 2013 (B. Salzillo)
Plata: Silvano García Dulce Monastrell 2011 (B. Silvano García)
Bronce : Amatus Monastrell 2011 (B. Bleda)