DIEZ JOYAS DEL BIERZO

Uva mencía

La uva mencía reina en el noroeste. / ARCHIVO

Los mencías del Bierzo regresan con brío al centro del escenario del vino. No es que hubieran dejado de estar –ahí han seguido siempre al pie del cañón algunos de los primeros espadas de la enología del país, los Palacios, Raúl Pérez, etcétera– sino que la crisis impidió a la zona dar el salto adelante que todos esperaban después de colocarse –con magníficas puntuaciones– entre las preferencias españolas de las guías y publicaciones vinícolas más influyentes del planeta, incluido el emblemático Wine Spectator fundado por Robert Parker.

Mosaico Bierzo

El último Salón de los Vinos del Bierzo celebrado en Madrid con presencia de casi cuarenta bodegas –buena prueba de lo que decimos– nos ha permitido conocer unas cuantas novedades de interés, así como las últimas entregas de algunas marcas consagradas. Entre los que nos dejaron mejor recuerdo hay que citar vinos como Ucedo (Bodegas y Viñedos Gancedo) y Tilenus La Florida (Bodegas Estefanía), ambos de la nada fácil cosecha 2008. Finura y mineralidad a raudales en el primero, espectacular mezcla de bayas, humo y especias en el segundo. Mencías procedentes de viñas muy viejas y de ediciones limitadas, como también los Tebaida Nº 5 2011 de Casar de Burbia (menta, chocolate, nuez moscada; elegancia y complejidad a partes iguales), Dominio de Tares P3 2009 (nariz de laurel, confitura de grosella, eucalipto; finura y fuerza en la boca) o La Bienquerida 2013 de Losada Vinos de Finca, un vino de paladar fresco y potente precedido de una nariz repleta de sutilezas.

ESTRUCTURA Y PERSONALIDAD. Un quinteto de vinos bien representativo de la arrolladora personalidad de la uva mencía cuando es cultivada sobre suelos idóneos y procede de cepas de baja productividad. Es, asimismo, el caso del Valtuille Cepas Centenarias 2012 de Castro Ventosa -la bodega familiar de Raúl Pérez-, un tinto que, tras 12 meses de barrica francesa, ofrece una nariz singular donde las haya (feliz mezcla de canela y bayas maduras), amén de un paladar de sorprendente esqueleto. O el de etiquetas como Peique Selección Familiar 2008 (cepas de entre 70 y 90 años, rica nariz de herbolario y tierra húmeda, paladar sabroso, ecos mentolados), Cuatro Pasos Black 2012 (el brazo de Martín Códax en el Bierzo, un vino de corte moderno, con abundante frutilla fresca y paladar opulento) o Pittacum Áurea 2009 (nariz de tierra mojada y sotobosque, paladar bien amueblado aunque algo tenso aún), top de gama de Terras Gauda en el Bierzo, otra de las bodegas de Rías Baixas que apostó por las nuevas mencías leonesas cuando eran poco más que una promesa.

Cepa vieja

Vieja cepa de mencía. / A

En la muestra hubo sitio también para alguna que otra curiosidad, como el estupendo blanco Tenoira Godello 2014 de Bodegas Tenoira Gayoso (delicada nariz de flores, paladar fresco y persistente) o el tinto de reserva Casar de Valdaiga 2000 de Pérez Caramés (otra de las bodegas fundadoras del nuevo Bierzo), un mencía de vieja escuela, abierto de color (como los buenos borgoñas), con abundantes aromas de fruta y tabaco en la nariz, seguidas de una boca amplia, gustosa y aterciopelada.

El salón madrileño de los vinos del Bierzo fue –a pesar de algunas señaladas ausencias– un interesante escaparate de las propuestas enológicas –cepas viejas, viñas singulares, rendimientos limitados– que marcan tendencia en la más atlántica de nuestras zonas de tintos. Mini_baco_invertido

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