
EL VIOLINISTA ALEGRE (1624) Gerrit van Honthorst / MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA
“El vino siempre ha sido una fuente de inspiración para el arte, del mismo modo que éste ha sido tradicionalmente un vehículo de difusión y transmisión de la cultura del vino, su industria y su comercio”. De esta manera presentó Eduardo Muga el itinerario temático dedicado a la bebida de Baco en la colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado, 8. Madrid) patrocinado por la Fundación para la Cultura del Vino y diseñado por el profesor de Historia de la UAM Juan Pan-Montojo (autor de La bodega del mundo, Alianza Editorial, 1994) y la especialista en arte Teresa de la Vega, quien se refirió al vino como “la más culta, sociable, sofisticada y compleja de las bebidas”.

RETRATO DE MATTHÄUS SCHWARZ (1542) (Detalle) Christoph Amberger / MTB
Las 19 obras están fechadas entre 1509 (La Virgen y el Niño con un racimo de uvas, Lucas Cranach El Viejo) y 1919 (Botella y frutero, Juan Gris), cuatro siglos en los que el vino pasa desde la esfera de los usos y saberes cotidianos y locales a los inicios de la industria vinícola tal como la conocemos en la actualidad, basada en una viticultura y una enología científicas.

BOTELLA Y FRUTERO (1919) Juan Gris / MTB
SÍMBOLO DE ESTATUS. El itinerario muestra la presencia constante del vino en los rituales religiosos y la vida privada, al tiempo que señala la importante función de la milenaria bebida como símbolo de estatus de las clases altas (Retrato de Matthäus Schwarz, Ambarger) y consuelo de los desheredados, como impulsora de las relaciones sociales (Fiesta campesina, Teniers), estimulante de los sentidos (Baco y Ariadna, Sebastiano Ricci), inspiradora del arte (El violinista alegre, Van Honthorst), objeto de intercambio comercial (El patio de la aduana, Lépicié) o, incluso, fuente de salud (Santa Isabel ofreciendo pan y vino a los mendigos, anónimo alemán).

BACO Y ARIADNA (entre 1691 y 1694) Sebastiano Ricci / MTB
Aunque la hemos tenido tan cerca, no siempre hemos sabido ver la dimensión universal de esta bebida milenaria. Su infinita capacidad para hablar a nuestros sentidos, nuestros corazones y nuestros recuerdos. A través de cuatro siglos de pintura, he aquí un paseo placentero e instructivo por la historia y la cultura del vino, estupendamente documentado por sus autores y que puede descargarse en PDF desde la página web de la Fundación para la Cultura del Vino. Que lo disfruten. J.R. Peiró