A fuerza de antigua y conocida, la uva moscatel había ido cayendo, salvo contadas excepciones, en el territorio de los vinos menores, casi domésticos: el vino dulce para acompañar los buñuelos o los mantecados del día de fiesta. Hoy, sin embargo, un puñado de bodegas parece que ha salido al rescate de este noble apellido del vino hispano de todos los tiempos, que recupera por momentos el prestigio perdido.
Primero fueron los blancos dulces naturales con vocación de situarse en el espacio de los grandes licorosos europeos, los sauternes, tokaji o mosela. Vinos como el navarro Chivite Colección 125, un moscatel de vendimia tardía que hace años que se convirtió en el modelo a seguir en su segmento. Como el Molino Real de Telmo Rodríguez, una etiqueta que volvió a situar la comarca malagueña de la Axarquía en el mapa de los vinos españoles. O como, sin salir de ese mismo territorio de viñas en pendientes de vértigo, la interesante colección de vinos dulces de Jorge Ordóñez & Co, cuyo Nº 2 Victoria encandiló a los presentes en la cena de los premios Nobel de 2012.
LA UVA MÁS AROMÁTICA. Más reciente es el empuje que han ido cobrando los blancos secos de moscatel, que se revelan como una interesante alternativa a los omnipresentes chardonnay, sauvignon blanc y otras castas de importación en las regiones vinícolas más cálidas. Es lo menos que se merecía la que probablemente es la vinífera blanca más aromática de cuantas pueblan el viñedo peninsular. Una base de notas cítricas (naranja, mandarina) y flores blancas (jazmín, azahar), que en los mejores dulces licorosos también incorpora pinceladas de almizcle, especias (clavo, canela), miel y fruta exótica –lichis, mango- y que en los moscateles viejos de Jerez –aunque esta es otra historia- se extiende a las gamas de los frutos secos (higos, dátiles), como en los buenos Pedro Ximénez. Un verdadero pecado no aprovechar este filón.
Así lo entendieron productores como la pareja holandesa formada por André Both y Clara Verheij, establecidos en la citada Axarquía en 2003 y cuyo moscatel seco Ariyanas sobre lías sorprende cosecha tras cosecha con su nariz de fina herboristería sobre fondos minerales. Lo mismo que el mencionado Jorge Ordóñez con su Botani, un vino fragante –ecos de mango y mandarina, flores blancas-, con la impronta de las pizarras que abundan en el subsuelo de la comarca. O, no muy lejos de los anteriores, el bodeguero Horacio Calvente, cuyo Calvente Guindalera, obtenido con uvas de las parcelas El Castaño, La Cañá, La Loma y Juriste, situadas entre 750 y 1025 m. de altitud y enmarcadas en la denominación de origen protegida Vinos de Calidad de Granada, no falta en la carta de restaurantes de primerísima fila como el Celler de Can Roca, donde Josep “Pitu” Roca lo ofrece como una de sus piezas raras y exquisitas.
VOCACIÓN MEDITERRÁNEA. Después de haber subido la denostada y sufrida uva tinta monastrell a los altares del vino contemporáneo, Jumilla comienza a revalorizar sus blancos, categoría históricamente reñida con la calidad en la zona. Y tras numerosos ensayos, es precisamente la uva moscatel la que aparece mejor situada para abanderar la nueva etapa. Marcas como Juan Gil Moscatel Seco, procedente de cepas del valle de la Aragona (a 700 m. de altitud), o Viña Bétola (bodegas Pío del Ramo, en la localidad albaceteña de Ontur), ambas triunfadoras en el último Certamen de Calidad de Jumilla, anuncian un futuro más que prometedor. Y sin alejarse mucho de la zona, cómo no citar el estupendo El Carro que embotella Rafael Bernabé en su bodega de Villena (Alicante).
Nuevos blancos secos de moscatel que se suman a una corriente iniciada en Cataluña, donde la vinífera protagoniza en solitario vinos de categoría contrastada, como los Giró Ribot Muscat Sec o Torre del Veguer fermentado en barrica, y descuella mezclada con otras castas blancas en etiquetas como Mireia y Viña Esmeralda de Torres o Ca N’Estruc, de la bodega homónima, un blanco fresco y goloso, de magnífica constitución. Como se ve, posibilidades no le faltan a la más mediterránea de nuestras uvas. Sólo queda que cunda el ejemplo. J.R.Peiró (METRÓPOLI)
Serían de interés también Eleonor Muscat (moscatel seco) y Eleonor Naturalmente Dulce. (antes Sofia). Ambos con varios reconocimientos a nivel nacional e internacional.
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Muy sinceras gracias por el comentario que, sin duda, enriquece la información del artículo. Seguramente se han quedado muchos vinos más en el tintero. Ni el autor conoce la totalidad de los vinos secos de moscatel interesantes que se elaboran en este país, ni, aunque fuera así, hubiera tenido espacio para reseñarlos… Es lo bueno del vino; que nunca terminamos de descubrirlo.
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