Sustentada en la arrolladora personalidad de la uva monastrell y unos precios imbatibles, la denominación de origen vinícola Jumilla cumple estos días 50 años de vida. Una bonita cifra que hay que celebrar por todo lo alto. Por eso, Pedro Lencina, presidente del Consejo Regulador, quiso para el XXII Certamen de Calidad un panel de cata muy especial. Nada menos que una treintena de catadores –periodistas, técnicos, prescriptores-, algunos de ellos llegados desde el otro extremo del planeta, como el master of wine australiano Robert Geddes o Weindong Feng, vicepresidente de la Asociación de Sumilleres de China, habitual desde hace tres ediciones en el equipo de expertos.
El concurso anual de vinos, celebrado los pasados 14 y 15 de abril en el Museo del Vino de Jumilla, volvió a convocar la atención de las bodegas de la DO murciano-manchega, que presentaron más de un centenar de etiquetas distribuidas en tres intensas sesiones de cata ciega. Ganar una medalla en el certamen es un reconocimiento al trabajo bien hecho a lo largo del año. Y un notable timbre de prestigio en una localidad y una comarca que siempre han tenido el vino como principal recurso económico.
El excelente nivel de calidad pone cada año más difícil obtener un premio, con puntuaciones medias que tienden a concentrarse en una estrecha franja. Con frecuencia son sólo unas décimas de punto las que separan la gloria del anonimato. Así son los concursos de cata.
CUNA DE TITANES. El medallero de 2016 ha sido especialmente generoso con Bodegas Bleda, ganadora de dos oros (tintos de la categoría reina y tintos crianza), dos platas (tintos de reserva –en este capítulo quedó desierto el oro- y blancos) y tres bronces, correspondientes a las categorías rosados, tintos jóvenes y tintos jóvenes de monastrell). Siete medallas que se incorporan al nutrido palmarés de la firma, a la que acaba de incorporarse como enólogo Marcial Martínez, con amplia experiencia en bodegas destacadas, como Carchelo –considerada como la bodega que inventó la modernidad de Jumilla- o Casa de la Ermita.
Tras Bleda, Bodegas Torrecastillo, de la vecina localidad albaceña de Montealegre del Castillo, afianza su trayectoria en el Certamen con cuatro galardones: oro en tintos de crianza, plata en rosados y jóvenes monastrell, y bronce en tintos monastrell con madera. Caras de satisfacción también por las tres medallas que obtuvieron los vinos de Juan Miguel Benítez y Joaquín Gálvez, enólogos de Alceño y Carchelo, respectivamente, así como entre los responsables de San Dionisio y Casa de la Ermita, ganadoras de dos de los cotizados trofeos.
Visto en perspectiva, no es ninguna casualidad que Jumilla sea la cuna de dos de los grupos bodegueros más importantes del país: por un lado García Carrión, primer productor de vino europeo y cuarto del mundo, y, por otro, Juan Gil, cuyas actividades se extienden a una decena de denominaciones de origen españolas.
Tras medio siglo de existencia, la denominación de origen Jumilla puede mirar al futuro con la tranquilidad de haber puesto el nombre de la zona en el mapamundi de los vinos de calidad y de haber contribuido a la modernización de sus estructuras vitivinícolas, cuyo pasado de graneles y vinos destinados a fortalecer los de otras latitudes comienza a ser un recuerdo lejano.